sábado, 6 de septiembre de 2014

Caddy Adzuba da el primer paso

Los abusos sexuales están a la orden del día en el Congo
Madres, hijas, trabajadoras, luchadoras... Mujeres. Mujeres que cada día ven como hombres totalmente ajenos a ellas y a sus familias irrumpen en su intimidad, abriendo una herida que jamás se cerrará. Cada día, cuarenta mujeres sufren abusos por una guerra que nada tiene que ver con ellas. Una guerra que arrasa con la riqueza del Congo y tan solo deja los restos menos humanos de los 60 millones de habitantes del país. 

En estos días los países desarrollados se han hecho eco, tras años de abusos sin descanso, de una masacre que para las congoleñas ha sido, durante tanto tiempo, una realidad diaria. Después de meses y meses de sufrimiento de familias enteras en el corazón de África, alguien ha conseguido que Occidente abandone por un momento su realidad pintada de rosa y mire directamente al día a día de los congoleños. Esa persona es Caddy Adzuba. 

Caddy Adzuba, Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2014
Con su trabajo y esfuerzo en la radio de Naciones Unidas que emite en todo el país, esta periodista congoleña se ha convertido en la voz de todas las víctimas de abusos sexuales de la República Democrática del Congo. Esta llamada de auxilio ha hecho que Adzuba haya sido galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, lo que conseguirá por fin que los habitantes del primer mundo atiendan a los gritos desesperados a los que Caddy Adzuba ha dado su vida.

La realidad de la explotación y el coltán en el Congo
Si el Mundo conociera la naturaleza del conflicto, probablemente no se mostraría tan apático como lo hace. Coltán. Es ese el elemento principal de la tragedia congoleña. Sí, eso que se utiliza para que podamos utilizar teléfonos móviles. La verdadera causa del conflicto es la riqueza de la tierra, lo que los lugareños llaman "coltán de sangre". Sangre con la que grandes empresas de todo el mundo, ya sea directa o indirectamente, acceden al tan preciado mineral. 


La destrucción es la protagonista diaria en el Congo, donde quienes buscan salir victoriosos de un conflicto que no beneficia a nadie buscan echar abajo a las familias desde su pilar fundamental: la mujer. Una comunidad en la que las mujeres trabajan en casa para que sus hijos puedan estudiar y sus maridos trabajar, una comunidad en la que las mujeres son violadas a diario convirtiéndose en el inocente objetivo de quienes luchan en una guerra que sirve al primer mundo. 

Atrocidades innombrables forman parte de la vida diaria de miles de mujeres congoleñas y sus hijos, que nada pueden hacer ante la violencia que se ignora en Occidente. Son estas atrocidades las que Caddy Adzuba nos quiere dar a conocer, para apelar a nuestra sensibilidad y a la de los dirigentes del Mundo. Quizá si nos ponemos en marcha algo cambie para las familias de la república Democrática del Congo. Quizá si no permitimos que los gobernantes se sienten de espaldas al conflicto, el coltán deje de relacionarse con la sangre y la guerra. Quizá si empezamos a valorar e imitar las actuaciones de personas como Caddy Adzuba, las familias congoleñas puedan recuperar algo de lo que en algún momento fue una vida normal. 
Miles de personas se ven obligadas a refugiarse y huir de la violencia de la guerra

Gracias, Caddy Adzuba, el primer paso está dado. Ahora sólo queda seguir hacia delante.


lunes, 11 de agosto de 2014

El grito de África

"El brote de Ébola transforma la vida de África"

"África Occidental intensifica su lucha contra el Ébola"

"China envía tres grupos de expertos a África"

"El virus del Ébola ha causado 961 víctimas mortales en África"

"África Occidental lucha por frenar el Ébola, que también afecta a extranjeros"

Portada de "el Periódico" que deja de manifiesto las barreras
que se ponen en Occidente entre "africanos y "no africanos"
"África". Nunca en tan poco tiempo se había visto tantas veces repetida esta palabra en los titulares de periódicos y telediarios. Nunca antes nos habíamos sentido tan preocupados por lo que ocurría en ese continente olvidado. El virus del Ébola ha conseguido llenar el día a día del Primer Mundo de preocupación por los ciudadanos africanos...

...o quizá no. Quizá el virus del Ébola no ha hecho más que sembrar el pánico en los países desarrollados. Puede que el Ébola no haya conseguido más que acrecentar el individualismo y el egocentrismo de los más favorecidos. Una cosa es segura, y es que desde que se conoció el caso de los primeros ciudadanos europeos y norteamericanos infectados las noticias relacionadas con este virus mortal han tomado mayor importancia en Occidente. Las vidas de las más de 900 personas que murieron antes de que el cura español diera positivo en las pruebas de Ébola poco parecen importar. Los titulares han cambiado, y aquellos que rezaban "El Ébola amenza a África Occidental" han pasado a afirmar que "el riesgo de contagio es muy bajo". No se preocupen por los africanos muertos, señores, mientras ustedes estén a salvo del Ébola, todo irá bien. ¿Que todo irá bien? Pues claro que no.

En las últimas semanas África y el Ébola han estado presentes en muchas de nuestras conversaciones. Liberia, Guinea, Sierra Leona y Nigeria, afectados por este virus mortal, han aparecido más veces en las noticias que en muchos años. Y al conocer la noticia, al saber qué es el Ébola y mostrar un mínimo interés por los afectados, pensamos que estamos al tanto de todo lo que sucede en África. No. 

En África hay 54 países, 54 naciones con millones de habitantes, 54 realidades diferentes. Se suele hablar de África como un solo país, como una única realidad, pero la verdad de todo esto es que cada uno de esos 54 países sufre sus propios problemas. 

Imágenes del conflicto de Sudán del Sur entre
tropas gubernamentales y fuerzas rebeldes
En la República Democrática de el Congo, el enfrentamiento entre el Kivu del Norte y Sur inunda a los ciudadanos congoleños en un día a día repleto de asesinatos, violaciones, secuestros y torturas, situación que empeora cuando se habla de abusos y explotaciones contra la población civil por parte del Gobierno, así como de niños que no pueden ir a la escuela, escasez de alimentos, desnutrición y atención sanitaria inadecuada.

Igual que no se ha oído nada en nuestro mundo de color rosa sobre el Congo, tampoco hemos conocido nada por los medios de comunicación de los conflictos armados de Malí y Sudán del Sur, donde miles de habitantes han tenido que huir y desplazarse más allá de las fronteras de su país de origen luchando contra el hambre, los abusos de los derechos humanos y la desnutrición. 

La crisis alimentaria amenaza al cuerno de África
Desnutrición contra la que luchan de igual forma en Somalia y Etiopía sin que los periódicos del Primer Mundo se hagan eco de ello. La sequía, la persistencia de la violencia y el incremento de los precios de la comida hacen que los somalíes se asomen al precipicio de una crisis alimentaria aguda que hará que aumente el número de personas afectadas, una vez más, mientras nosotros nos tapamos los oídos y le damos la espalda al grito ahogado de África. 


Consecuencias de un ataque de Boko Haram en la frontera entre Camerún y Nigeria
Por si fuera poco, como si el hambre no fuera suficiente, a los problemas de los países africanos se suma la gran cantidad de organizaciones terroristas que acaban con las vidas de miles de personas cada año. Los islamistas nigerianos Boko Haram acabaron hace unas semanas con la vida de 10 cameruneses, 10 víctimas más que se añaden a la lista de más de 3000 personas que han muerto a manos de estos islamistas en 2014. Ante esta amenaza, Camerún, Nigeria, Níger y Chad, enfrentándose a la indiferencia de los países desarrollados, han creado una fuerza multinacional con 700 soldados que tratarán de plantar cara a los terroristas de Boko Haram.

Robert Mugabe lleva 34 años en el Gobierno de Zimbaue
Y aunque estamos al tanto de la más mínima novedad de la política europea y estadounidense, poco sabemos de la africana, donde los dictadores se hacen con el poder y ocupan el Gobierno durante años haciendo lo que les viene en gana y violando continuamente los derechos humanos. 

La lista de problemas desconocidos del continente vecino podría continuar sin dejar de sorprendernos por la desinformación que parece estar de moda actualmente en nuestra sociedad. Podríamos conseguir una lista de un sinfín de preocupaciones de habitantes africanos, todas ellas más importantes que las que nos llenan la boca de quejas día sí y día también en el Primer Mundo. Podríamos hacer una lista y quedarnos tranquilos, sabiendo que conocemos los problemas, o podríamos hacer esa lista, implicarnos con cada causa, y hacer que la realidad de cada uno de los 54 países africanos cambie. Podríamos destaparnos los oídos y mirar de frente a África, escuchando ese grito que ahora mismo sólo unos pocos oyen.

martes, 29 de julio de 2014

Mirar al Ébola a los ojos

Virus del Ébola
Esta tragedia no tiene una imagen definida, se ve a través de un cristal; esta tragedia no huele a nada, pues la máscara sirve para poco más que respirar; esta tragedia no se siente con los dedos, el traje no deja ni un solo milímetro de cuerpo libre. Esta tragedia no se ve, ni se huele, ni se toca, pero sí se oye. Y se siente. Se siente muy adentro. La llaman Ébola y es el virus más mortal de la Tierra. 



Médicos transportando el cadáver de un afectado

Imagino los pensamientos de los cientos de médicos que se han desplazado a Guinea, Sierra Leona y Liberia, quienes intentan devolver la esperanza a los afectados a través de un traje que les arrebata todo vestigio de humanidad. Imagino lo que pensarán, al saber que se enfrentan a un virus sin cura, al que tan solo logran vencer en dos de cada diez casos. Cómo lograrán no desfallecer ante la idea de perder tantas vidas en tan poco tiempo...

Pero sobre todo, trato de imaginar la impotencia de enfermos y familiares, el miedo de los habitantes de estos países y sus vecinos, cada segundo de la vida que les ha tocado vivir desde que, a principios de este año, surgiera un brote de Ébola. Esa enfermedad que comienza como comienza cualquier resfriado común, que se presenta de repente para dejar huella en las vidas de sus víctimas, que no tarda en paralizar los órganos vitales para llevar consigo a los afectados, arrastrándolos hacia la oscuridad total. 


Enfermo de Ébola siendo atendido
Me gustaría no pensar en lo que debe suponer sentirse enfermo, sin ganas de seguir luchando, y ver cómo los médicos se acercan completamente cubiertos, sembrando la duda de si realmente son humanos o no. Ver las caras de preocupación detrás de los cristales que cubren sus ojos. Preocupación e impotencia. No soy nadie para hablar de lo que se puede llegar a sentir en ese momento, pero creo que la mezcla de sensaciones podría conmigo. Y aunque no tengo la solución, sé que cerrando los ojos y dando la espalda al drama, éste no desaparecerá.
 
Enferma de Ébola en Guinea
Por esto, creo que la mejor opción es hacer todo lo que esté en nuestra mano para lograr que esta enfermedad no caiga en el olvido y arrastre con ella más cientos de vidas. La mejor opción es recordar que a la espalda de muchos de nosotros se encuentra un continente lleno de países que piden a gritos nuestra ayuda, gritos que logramos hacer callar más rápido que cualquier susurro en el Primer Mundo.






La mejor opción es afrontar la realidad y mirarla a los ojos. Mirar al Ébola a los ojos. 


viernes, 9 de mayo de 2014

Y las niñas volvieron, pero a nadie le importó

Siempre recordaré el 2014 como el año que cambió mi vida. Era un lunes cualquiera de un mes cualquiera, un lunes 14 de abril. Como hoy, pero 17 años antes. Antes de que mi forma de ver el mundo hubiera cambiado para siempre. Antes de que a aquellos hombres de Boko Haram se les ocurriera arrebatarme mi infancia. La mía y la de mis más de 200 compañeras.

Miembros del Boko Haram en Nigeria

Como cada día, hoy me persiguen las sombras de las ideas que rondaban mi mente en aquella oscura habitación demasiado pequeña para todas nosotras. Se me ponen los pelos de punta de solo pensarlo. El calor de nuestros cuerpos se tornaba gélido cuando se oían los pasos lejanos de los secuestradores. Reconocería esos pasos entre un millón, siempre tan seguros y decididos, apresurados. Con ellos se acercaban los peores pensamientos hasta los rincones más escondidos de mi cabeza. Fueron tan solo eso, pensamientos, durante los tres primeros días, los que pensé que eran los tres peores días de mi vida. ¡Qué equivocada estaba!

Al cuarto día mis peores pesadillas se hicieron realidad. Cuando una mano firme se abrió paso en la oscuridad de aquel lugar para tirar de mí, deseé con más fuerza que nunca no estar allí. Quise gritar. Cerrar los ojos y desaparecer. Junté mis párpados con tanta intensidad que por un instante pensé que mi deseo de huir se cumpliría. Pero esa sensación no duró más de unos segundos, hasta que noté que me dejaban caer al suelo y me arrancaban la ropa a una velocidad de vértigo. Lo que ocurrió después es, sin duda alguna, el peor momento de mi vida; el momento que me ha hecho perder la confianza en todo hombre; el momento que me acompaña cada noche a la cama; el momento que condiciona cada paso que doy.

Su nariz recorrió todo mi cuerpo mientras yo trataba de deshacerme del férreo control que todo su ser ejercía sobre mí, intentando quitarme de encima a aquel monstruo. Sentí su asquerosa sonrisa de placer en mi oreja antes de que su mano tapara bruscamente mis labios para acallar los gritos de desesperación que salían desde lo más profundo de mis pulmones. Su mano izquierda se deslizó hasta mi entrepierna y entonces comenzó a susurrar palabras incomprensibles en un idioma que, en mis 9 años de vida, jamás había escuchado. Las fuerzas no tardaron en dejarme sola con aquel hombre, que sonreía entre las sombras del lugar más horrible de la Tierra. 
Manifestaciones en favor de la liberación de las niñas en Nigeria

La situación se repitió día sí y día también durante años hasta que todas nos acostumbramos a los abusos. Pero cada vez éramos menos y se nos complicaba más escondernos en aquella habitación que se nos antojaba más grande cada día.  Algunas de las chicas decían que las que se iban estaban muertas, otras que se habían ido a su casa... Incluso una vez escuché a alguien decir que había visto cómo un hombre desconocido había ido a buscar a un grupo de niñas a las que no volvería a ver entre aquellas cuatro paredes. 

Hacía años que no teníamos noticias del exterior ¿se estaría preocupando el mundo por nosotras? Era difícil de imaginar, ¿a quién le importarían unas cuantas niñas nigerianas desaparecidas? A nadie. O al menos eso creía yo hasta que un haz de luz me cegó una mañana... O una tarde... Hacía tiempo que no sabía si era de noche o de día... Era luz natural; una luz que no veía desde aquel 14 de abril de 2014; una luz acompañada de innumerables figuras humanas, las de quienes por fin nos salvarían; una luz casi tan brillante como la de nuestras sonrisas.

Durante días me negué a hablar con nadie, no quería recordar, pero era inevitable. Cada vez que cerraba los ojos me ahogaba en las lágrimas producidas por la sonrisa de mi secuestrador, que me perseguía. Me dijeron que llevaba más de seis años allí, me dijeron que hacía dos semanas había sido mi cumpleaños, mi decimoquinto cumpleaños. Pero la libertad que por fin me habían devuelto no consiguió borrar de mi mente cada segundo de aquellos años. No volvería a ser la misma niña alegre que una vez, hace ahora 17 años, fui. 

Varios personajes públicos posando con el lema "Real men don't buy girls"
Algo después, cuando por fin pude hablar de mis vivencias, supe que durante los primeros meses de mi secuestro, todo el mundo se había movilizado a través de Internet, luchando por nuestra liberación con lemas como "Real men don't buy girls" o "Bring back our girls". Repito, durante los primeros meses. Como siempre ocurre. Supongo que esperaban que les diera las gracias al salir de allí, pero no pude. A lo mejor, si no se hubieran olvidado de mí, si hubieran hecho de aquello algo más que una moda de Facebook, hoy les estaría agradecida.


Sí, yo fui una de las niñas desaparecidas de Chibok, una de esas niñas que se quedó sin infancia por las diferencias religiosas. Y lo sigo siendo, lo seré siempre, porque el Boko Haram se llevó mi vida.


viernes, 21 de marzo de 2014

Llegaron descalzos y gritando "¡Viva España!"

Escondidos entre las sombras del monte Gurugú, en Marruecos; a la espera del momento oportuno para actuar; en silencio, escuchando desde la distancia los gritos de sus conocidos, los 1100 familiares y amigos que se habían atrevido a intentarlo aquella mañana de martes. Un grupo de 1500 africanos de diversas nacionalidades aguardaba las noticias de quienes, bajo la protección de la espesa niebla del 18 de marzo, habían unido sus fuerzas para cruzar la valla que cada día observaban desde territorio marroquí con su mente llena de esperanza e incertidumbre. 

Inmigrantes saltando la valla de Melilla
Pronto, el sonido de los pasos de quienes, una vez más, habían visto truncado su sueño de llegar a Europa a través de la barrera metálica de Melilla, llegó a los oídos de aquel grupo. Medio millar lo había conseguido. La alegría y  la esperanza se adueñaron de ellos. Por un momento se imaginaron en el paraíso europeo, con calzado, ropa limpia y comida suficiente para alimentar a toda su familia. 500 más que decían adiós a una vida de miseria para adentrarse en un mundo completamente diferente al de ese continente en el que les había tocado nacer. Al menos eso pensaban ellos...

En España, mientras tanto, el ministro del interior intentaba hacer frente a los numerosos problemas que le causaban esos cientos de inmigrantes que habían invadido su país por la mañana. Tendría que abandonar su ajetreada vida de político español para ocuparse de unos cuantos africanos...

El Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes en Melilla se había saturado y tenía que dar cobijo a 1900 personas en un lugar con aforo para 480. Era vital buscar apoyo para los agentes que diariamente se dedican a vigilar la valla de la frontera, pero sobre todo, buscar dinero (de ése que le sobra al Estado español) para mejorar la iluminación de la zona, movilizar a dos módulos de intervención policial de la Policía Nacional y al Módulo de Intervención Rápida del GRS de la Guardia Civil, asegurar la frontera con más cámaras térmicas e instalar una malla antitrepa a lo largo de toda la valla. Aquello tenía que convertirse en un muro infranqueable. En un momento de lucidez, el ministro Jorge Fernández Díaz, incluso pensó que si se le pedía amablemente a los inmigrantes que no entraran ilegalmente en nuestro país, quizá tuviera resultado. Así que dijo: "No es mucho pedir que quien quiera venir a España, lo haga de manera legal y no de forma violenta". Tan sencillo como eso, ¿verdad, señor ministro?


Algunos de los llegados el martes muestran su alegría a la cámara


La alegría de los subsaharianos llegados a España era indescriptible, después de dejar sus preocupaciones tras el triple vallado, comenzaban su andadura por Europa. Las palabras del presidente de Melilla repetidas en todas las televisiones desaparecían bajo los cánticos de felicidad de aquellas 500 personas que por fin habían traspasado la frontera. "Los cientos de subsaharianos que estaban entrando parecían un ejército", decía Juan José Imbroda, presidente de Melilla, a los medios. Ese "ejército", que en ningún caso tenía como objetivo destruir ni la más mínima parte del continente de sus sueños, respondía con sonrisas inundadas de esperanza. Las piedras del camino bajo sus pies descalzos ya no les molestaban, pues habían superado el mayor de sus problemas, las heridas causadas por las cuchillas que habían atravesado eran entonces lo de menos, pues habían saltado aquella valla en la que se despidieron de los otros 600 que no consiguieron pasar, la frontera que miraban con incertidumbre cada día, y que ahora observarían desde el lado opuesto. 

Restos del paso de los inmigrantes por la valla
Estos africanos alcanzaron el más difícil de sus objetivos el martes por la mañana, pero con algo de suerte, también habrán logrado hacer pensar a quienes dirigen el mundo, a esos que día tras día dan la espalda al continente africano. Con un poco de suerte, habrán conseguido que se giren para mirar a África y se pregunten por qué, ¿por qué siguen intentando venir a Europa? ¿qué estamos haciendo mal? En España, el ministro del interior pide ayuda financiera a Europa para enfrentarse a los gastos que acarreará la modificación de la seguridad de la frontera con África, escudándose en eso de "no sólo llegan a España, también llegan a Europa". No va mal encaminado... Pero el verdadero problema no es la inmigración, sino la causa de ésta. Nadie busca soluciones a la precariedad de la vida africana, todos se limitan a buscar la forma de cerrar las fronteras del continente olvidado, hasta que se convierta en una enorme cárcel en la que el mayor castigo sea nacer enjaulado. 

Si las autoridades de toda Europa unieran su poderío económico para invertir en África en lugar de para hacer crecer las vallas de las fronteras, todo cambiaría, y eso a lo que hoy llaman problema desaparecería, pues los subsaharianos no desearían cambiar su estilo de vida por el europeo.  Las mallas antitrepa no son la solución, ni mucho menos los muros de hormigón que se han levantado en otros países. La solución está en nosotros. Cuando dejemos de pasar por alto el maltrato a los inmigrantes, los políticos de todo el mundo se darán cuenta de dónde está el verdadero problema. 

 Herida provocada por las cuchillas de la valla.



jueves, 13 de marzo de 2014

Luchando por su libertad

Dembe y Machyo. Dos jóvenes ugandeses. Chicos de tez oscura y mirada profunda. Hijos comprometidos con sus familias. Estudiantes responsables. Dembe y Machyo. Dos jóvenes ejemplares. Ejemplares si no les hubiera tocado nacer en Uganda. Dembe y Machyo. Dos jóvenes ugandeses y homosexuales. Probablemente la peor combinación de adjetivos que puede existir.



Yoweri Museveni, presidente de Uganda
Desde que en febrero Yoweri Museveni, presidente de Uganda, reabriera la propuesta de ley antihomosexual de David Bahati, la situación de Dembe y Machyo se ha complicado aún más, si cabe. Si hace unos años se escondían con miedo a ser castigados por su condición, hoy luchan por salvar la poca libertad que les queda, pues a Museveni se le ha ocurrido endurecer las penas y condenar a 14 años de cárcel a todo aquel que muestre de forma directa o no su homosexualidad. 


Machyo, sentado frente al periódico, trataba de animar a Dembe, susurrando palabras de esperanza, entre las que el nombre de Barack Obama y sus intentos por detener al presidente ganaban un peso importante. Esta escena se sucedió día tras día, hasta que llegó el 24 de febrero, el horrible lunes en que llegó a oídos de Dembe que Yoweri Museveni había firmado la ley antigay que no sólo conllevaba la encarcelación para los homosexuales residentes en el país, sino que además castigaba con cadena perpetua a lo que fue denominado "homosexualidad agravada", en la que intervienen seropositivos, discapacitados o menores. Esa tarde Machyo y Dembe supieron que vivían en el peor país para ser homosexual. 

Protestas en Kenia en contra de la ley antihomosexual
Las protestas en otros países de las que se habían hecho eco los medios de comunicación ugandeses no habían servido para nada. Las palabras de presión de Obama no tuvieron efecto sobre las firmes ideas del presidente Museveni. La interrupción de las ayudas a Uganda por parte de muchos países europeos no consiguieron su objetivo. Entonces, tanto Machyo y Dembe como otros 500.000 homosexuales residentes en el país, temieron por su libertad, quisieron pensar que aquello no era más que un mal sueño. Aquel día negro en el que quien se hace llamar dirigente de Uganda, abría su boca para decir que los gays y lesbianas del Estado del que es responsable son como "mercenarios y lesbianas", convertidos a la homosexualidad por amor al dinero, aquel día negro en el que Museveni firmaba la ley que busca la condena de todos ellos, alguien se centraba en redactar una lista con nada más y nada menos que 200 nombres de homosexuales ugandeses, la cual sería publicada en el diario "RedPepper". 

Y ahí estaban Dembe y Machyo con el miedo extendido por todo su cuerpo, leyendo uno a uno los nombres de aquellos ugandeses y las terribles historias, probablemente fruto de la invención de algún pseudoperiodista, que contaba el diario sobre ellos. Leían rápidamente con la esperanza de no encontrarse en aquella lista, porque estaban seguros de lo que significaría para ellos. Pero esas esperanzas desaparecieron por completo cuando Machyo leyó el nombre de su compañero en aquellas líneas. Las lágrimas se apoderaron de ellos, y mientras se miraban, ambos pensaban en la violenta muerte de David Kato en 2011, importante activista defensor de los derechos de los homosexuales, después de que su nombre fuera publicado en un periódico ugandés acompañado de una sola palabra: "Colgadlos".

Portada del diario "Red Pepper"
Su suerte dependía entonces de la misericordia de su presidente, la cual, como el mundo entero había podido intuir, era cuanto menos, inexistente. ¿Qué hacer cuando se es buscado por una condición inevitable? ¿Correr es o no una opción en esa situación? ¿Es abandonarse a la suerte de un desconocido mejor que luchar por la libertad? Machyo y Dembe lo intentaron, convencidos de que si hacían algo para evitar la aceptación de aquella ley por parte del resto de los países, cambiarían un poco el mundo. Y aunque hoy no lo percibamos, las acciones de valentía Dembe y Machyo, símbolos de todos y cada uno de los homosexuales que han luchado por sus derechos en Uganda en los últimos años, obtendrán su objetivo en el futuro. 


Homosexualidad en África

Mapa de leyes antihomosexualidad en África

Mientras en el mundo desarrollado se avanza hacia la igualdad y la tolerancia en lo relacionado con la homosexualidad, la homofobia en África gana terreno a las actitudes tolerantes y progresistas de países como Sudáfrica, que se distancia del resto del continente en esta materia, pues permite el matrimonio entre personas del mismo sexo. En el resto de los países africanos, se puede llegar a condenar la homosexualidad con prisión o incluso pena de muerte, y aunque en determinados territorios no existe ley antihomosexual, las prácticas homosexuales están mal vistas. 
Ahora sólo cabe esperar que en el futuro próximo, los países africanos rechacen la opción de endurecer las penas contra la comunidad gay para caminar hacia la tolerancia que simboliza Sudáfrica en este continente olvidado.






viernes, 21 de febrero de 2014

Protegidos por la oscuridad

Cuando todo vale; cuando no importan las consecuencias de sus actos; cuando lo único que son capaces de ver son las sonrisas de sus familias al regresar a casa con dinero suficiente para un poco de comida; cuando la pobreza extrema les ciega, nos encontramos con noticias como ésta. Más de 200 trabajadores ilegales de la antigua mina de Benoni han quedado atrapados tras un derrumbe de ésta. Impactante.

En un país como Sudáfrica, a la cabeza de la economía africana y con uno de los datos de Desarrollo Humano más altos del continente, puede parecer que la situación es diferente, casi incomparable, a la de los países subsaharianos. Pero no es así. La pobreza extrema asola la República Sudafricana al igual que otros países, y es esa la causa de que la explotación ilegal de minas sea una práctica muy habitual entre sus habitantes. De estas minas de oro, se extraen cada año de forma ilícita cantidades con valor superior a los 400 millones de euros, de los que la mayoría van a parar a mafias con influencia tanto nacional como internacional. ¿No es lógico que quienes se ven en la peor de las situaciones acudan a estos yacimientos para tratar de salvarse?


Comparativa de Índice de Desarrollo Humano en África

La oscuridad de la mina no es lo suficientemente negra como para asustar a estos trabajadores clandestinos, que en los últimos días se resisten a ser rescatados por los servicios de rescate sudafricanos. Escribo rescatados y no rescatados porque una vez consiguen sacarlos de lo más profundo de la tierra, los mineros pasan a disposición judicial y son acusados y detenidos por minería ilegal. Es por esto que muchos de ellos se han negado a salir a la superficie en los últimos días. ¿Merece la pena subir para ser arrestado? Posiblemente la oscuridad de las paredes de la cárcel se les antoje más fría e insegura que la de que ahora los protege de su detención ¡y a quién no! 

Puede parecer que estoy tratando de defender a quienes violan las leyes, a aquellos que olvidan las normas y entran a las minas para coger lo que no es suyo, pero ¿qué hacer cuando no hay más opción que esa? Nos hacen pensar en "Sudáfrica: ese país africano tan desarrollado", nos venden una imagen irreal en la que la inusual riqueza nos llama la atención, pero mientras en occidente nos contentamos con unos pocos minutos de esa información para poder decir que "estamos informados de lo que ocurre en el mundo", miles de sudafricanos buscan una solución al mayor de sus problemas: la pobreza. Es normal, entonces, que las condiciones precarias y de abandono en las que se encuentran estas minas no supongan un inconveniente para quienes desean salvarse. ¿Quién no pondría en peligro su libertad por borrar las lágrimas de los rostros de sus hijos? 


Rescate de los primeros mineros ilegales

Hablan de una pelea entre dos grupos de mineros ilegales, muchas noticias dicen que podría tratarse de un robo por parte de quienes quedaron atrapados, pero ¿cómo hablar de propiedad en estas condiciones? Creo que ahora mismo lo menos importante es el "cómo", dado que el "por qué" puede ser muchísimo más trascendente. No importa que la mina estuviera en malas condiciones o que una banda de mineros ilegales haya sido el que ha atrapado a estas 200 personas bajo tierra. Da igual. Lo realmente importante, según mi manera de verlo, es por qué dichas personas se vieron obligadas a bajar a la mina, desafiando a las leyes sudafricanas. 
                                                       
Cuidad de Pretoria
La respuesta a todo esto se encuentra en las propias autoridades del país, que dan la espalda a la pobreza y el hambre que se adueñan de las preocupaciones de parte del país mientras los más ricos alardean de los recursos de su país y de sus propiedades individuales ante el panorama internacional, consiguiendo así que Europa tenga a Sudáfrica como un país desarrollado.

¿Solución? Es difícil encontrarla, pero de momento no podemos hacer más que exigir una mayor y mejor información, no ya sólo acerca de este tipo de temas, sino de todos en general. Información veraz y completa sobre todo aquello que nos pueda interesar. Éste no es el primer accidente de minas sudafricanas que deja atrapados a decenas y centenares de trabajadores (hace dos semanas murieron ocho trabajadores en un derrumbe en la mina Doornkop, al suroeste de Johannesburgo), en pero sí uno de los accidentes de este tipo más sonados. Sólo cabe esperar que, poco a poco, se avance hacia una información que dé a conocer la realidad de la humanidad y no solamente aquello que quienes mueven los hilos quieren que nosotros conozcamos. 

Mineros de la mina Doornkop reunidos para llorar a sus compañeros fallecidos